Un día más, y otro huevo se abrió. Del naranja un cocodrilo nació, tenía dos dientes y aspecto perezoso. “Escucha a ver si me entiendes, te bautizo como viernes”, dijo la gallina Doña Semana.
Más su historia no acabó, los dos huevos que quedaban se abrieron el fin de semana. El sábado, del huevo rosa, un dinosaurio nació y el domingo, del huevo marrón, otro le acompañó.
Así que la gallina Doña Semana, la que nunca puso huevos, por fin tuvo muchos hijos, a los que siempre quiso.