Perico quiere hacer caca. Se esconde detrás de un árbol, pero descubre que no hay papel para limpiarse. Ve un calzón viejo y agujereado colgado de una rama, lo usa y lo tira. De pronto una vocecita, que se presenta como su conciencia, le regaña y le ordena que lave esa cochinada. Lo que Perico no sabe es de quién era realmente el supuesto calzón
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